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Foto del escritormarimén_te doy mi palabra

ENTREVISTA EN LA CONTRA


Marimén Ayuso, escritora, hija de padres sordos. Tengo 57 años. Soy de Barcelona. Soy filóloga y traductora. Tengo dos hijos, Lluís (27) y Alexandra (24). ¿ Política? Soy demócrata. ¿ Creencias? Soy católica. Cultivo mis propios tomates. Todos deberíamos aprender nociones de lenguaje de signos



Foto: Llibert Teixidó

“Es triste ir dejando de oír la voz de los que más amas”


4 VÍCTOR-M. AMELA 27/06/2019 00:23


Marimén me desasna acerca del mundo de los sordos (aunque ella no lo es), mediante una predisposición para la atención por encima de lo usual: la entrenó en su niñez junto a sus padres sordos. Tal capacidad de atención y observación es muy útil para escribir: lo noto en su novela La palabra en la mano (Carambuco), cuya protagonista se interna en el silencio... Por Marimén sé que los hijos de padres sordos cuentan con una asociación (CodaInternational.org), y que las personas sordas ­comparten aquí fértiles círculos de interacción, como el Centro Recreativo Cultural para Sordos (CeReCuSor.cat): hoy les recitaré poemas de Lorca, y Marimén me traducirá...


Nunca había oído lo de ser una persona coda.

Coda son las siglas de children of deaf adults: hijo de adultos sordos. Yo.


¿Eran sordos su padre y su madre, los dos?

Sí.

¿Y usted no?

No. Hay una sordera genética, que se hereda, y no era el caso de mis padres.


¿Cuál era su caso?

Los dos, siendo bebés, padecieron una meningitis que les dejó sordos.


¿Y cómo se conocieron?

Eran socios, de jóvenes, de la Asociación Católica de Sordomudos, y frecuentaban el local que tenían en Barcelona...


Y se enamoraron.

Compartían actividades: ping-pong, ir al fútbol, rodaban películas mudas en las que mi madre, guapísima, actuaba...


Y se casaron.

Fui su hija única: desde que nací intentaron que no los viese usar su lenguaje de signos.


¿Por qué?

¡Por temor a que no aprendiese a hablar!

¿Y cómo se comunicaban ustedes?

Me leían los labios, y ellos emitían sonidos, gestos... y así nos entendíamos. Pero, claro, un niño se fija en todo...


Y aprendió usted el lenguaje de signos.

Claro. Desde siempre he tenido inclinación y facilidad para aprender idiomas: castellano, catalán, inglés, francés, italiano, árabe, holandés, alemán... y el de signos, también.


¿El lenguaje de signos es universal?

No, cada dominio lingüístico desarrolla el suyo particular: yo domino el lenguaje de signos en castellano, y en catalán también.


¿Cómo se dice te amo?

Perfilando sobre tu corazón la figura de un corazón con los dedos de ambas manos.


Enséñeme otra palabra.

Trabajar: gesto de martillear, con una mano, sobre un yunque, que es la otra mano.


¿Quién inventó el lenguaje de signos?

El pedagogo aragonés Juan de Pablo Bonet ideó en el año 1620 un alfabeto manual para sordos: lo enseñó mediante láminas con dibujos de gestos. Hoy ha evolucionado.


¿Y los sordociegos, qué hacen?

Usan lenguaje táctil: tocamientos con los dedos en la palma de la mano del otro.


Nacer sordo o quedarse sordo: ¿qué es mejor o peor?

Hay sordos de nacimiento, y hay postacústicos: personas que han oído anteriormente. Creo que saber lo que pierdes es más duro.


¿Por qué sobreviene una sordera?

Por osteoesclerosis, o por tirarte del trampolín a la piscina, como un amigo mío, provocando lesión deformante del tímpano...ç


Cualquiera puede quedarse sordo...

Eso le sucede a la protagonista de mi novela La palabra en la mano... Lo más triste es ir dejando de oír la voz de los que más amas...


Y no poder participar en las conversaciones amicales...

Y eso puede alterar la vida laboral. Y dejas de informarte por radio... Por televisión, sí: tenemos un buen servicio para sordos.


¿Teme usted quedarse sorda?

No. He escrito mi novela tapándome los oídos con tapones y auriculares: quise sentir el silencio del personaje... Y resulta que las emociones son más intensas, más dolorosas.


¿Cómo fue convivir con padres sordos?

Tuvo sus ventajas: quise ser cantante, y cantaba por la casa, tocaba la flauta y la guitarra, ponía música alta... ¡y no les molestaba!


Pero si usted pedía ayuda, ¡no le oían!

De bebé, mi madre tendía un cordelito entre mi brazo y el suyo, para enterarse de cuándo yo me despertaba por la noche...


Ingeniosa.

Un día, de vuelta del colegio, llamé al interfono de casa y no me abrían: el piloto luminoso se había fundido... Tuve que deslizar papelitos por debajo de la puerta: “¡Abrid!”.


¿Qué es lo más incómodo que recuerda?

En comidas y reuniones me tocaba traducirles lo que se hablaba... Era un poco fatigoso. Y cuándo conocíamos a alguien nuevo, ellos me preguntaban: “¿Tiene la voz bonita?”.


Evóqueme ahora un feliz momento.

Un día les senté y les canté y toqué una canción... Y al terminar, los dos me aplaudieron.


Hermoso, amorosos padres.

No me hice cantante, pero estudié Filología y he trabajado como intérprete en empresas... Y ahora escribo: ¡es lo que más me gusta!


En su novela alude a cierto lugar del mundo con muchos sordos...

Sí, es Martha’s Vinyard, una isla frente a la costa de Massachusetts: en los siglos XVIII y XIX, uno de cada cuatro niños nacía sordo, por genética. Era el lugar del mundo con la población con mayor porcentaje de sordos. Por eso fue hasta allí Graham Bell...


¿El inventor del teléfono?

Su esposa y su madre eran sordas, y quiso inspirarse allí para inventar un aparato que las ayudase... Y entre tantas probaturas... Graham Bell acabó por inventar el teléfono.


Despídame con un consejo para tratar con una persona sorda.

Si tienes largo el bigote, recórtalo para que vea bien tus labios. Y vocaliza bien. Y ten paciencia. Y gestualiza. Y... todos deberíamos aprender nociones del lenguaje de signos.


Palabra en mano

Marimén me desasna acerca del mundo de los sordos (aunque ella no lo es), mediante una predisposición para la atención por encima de lo usual: la entrenó en su niñez junto a sus padres sordos. Tal capacidad de atención y observación es muy útil para escribir: lo noto en su novela La palabra en la mano (Carambuco), cuya protagonista se interna en el silencio... Por Marimén sé que los hijos de padres sordos cuentan con una asociación (CodaInternational.org), y que las personas sordas ­comparten aquí fértiles círculos de interacción, como el Centro Recreativo Cultural para Sordos (CeReCuSor.cat): hoy les recitaré poemas de Lorca, y Marimén me traducirá...



Cuando un profesional, cómo Víctor Amela,tiene la palabra, poco hay que añadir. Sólo darle las gracias por esta oportunidad.



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